martes, 23 de noviembre de 2010

La Revolución Francesa

1. Lee el texto y resume en pocas líneas ( unas 5 ) de qué trata.

El texto trata sobre el momento de fijar en el eje cronológico la Edad Contemporánea. Y para ello se explican los dos argumentos de los historiadores, por un lado la historio grafía francesa que marca el inicio con la Revolución Francesa, y por otro la historio grafía anglosajona. Y con ello todas las conclusiones y cambios que trajeron con ella.

2.Comenta los argumentos que muchos historiadores (la historiografía francesa, principalmente) sostienen que la Revolución Francesa marca el inicio de una nueva Era, la "Edad Contemporánea".

Algunos historiadores dicen que la Revolución Francesa marca el inicio de la "Edad Contemporánea", porque fue un fenómeno revolucionario una idea de cambio. Este movimiento revolucionario también traía una nueva ideología. Este Nuevo Régimen salió de la crisis de finales del siglo XVIII y comienzos de siglo XIX, que se contrapone al Antiguo Régimen, anterior a la Revolución. Las estructuras del Antiguo Régimen murieron, con la rapidez que le proporcionaban la violencia revolucionaria, dando paso a un régimen nuevo.

3. Comenta por qué otros historiadores (la historiografía anglosajona, principalmente) retrasan el comienzo de la Edad Contemporánea a épocas posteriores a la Revolución Francesa.

Otros historiadores retrasan el inicio de la "Edad Contemporánea" a épocas posteriores a la Revolución Francesa, dicen que esta nueva época se inicio principalmente con la primera máquina de vapor en Manchester. En los países anglosajones el siglo XX se inicia con el estallido de la Primera Guerra Mundial, y todo lo anterior es para ellos Modern History.
4.- ¿Cuál es tu opinión?. ¿Te inclinas por alguna de las dos?

Mi opinión se inclina a favor de la historia anglosajona, porque yo creo que son más importantes los hechos que las ideas.

martes, 16 de noviembre de 2010

MONTÍN DE ESQUILACHE

En los primeros años de su reinado, Carlos III conservó la mayoría de ministros de Fernando VI, pero nombró para hacienda, a su hombre de confianza, el italiano Marqués de Squilace (castellanizado en Esquilache), que había desempeñado el mismo cargo en Nápoles, desde 1759-66.
En nuestro libro de texto comenta que Esquilache intentó prohibir la indumentaria tradicional que incluía el sombrero de ala ancha y la capa larga, y sustituirla por la capa corta y el sombrero de tres picos. Ante estas medidas el pueblo se negó y se amotinó en 1766.
Fue un motín, una revuelta multitudinaria contra las autoridades y el orden establecido, de características limitadas o localizadas. También suele caracterizarse por su surgimiento espontáneo y su desarrollo desorganizado o desordenado.  Sin embargo la revolución es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato. Se puede producir en varios ámbitos al mismo tiempo, tales como económicos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, y sobre todo traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas, que afecte de forma decisiva a las estructuras.
Hubo otras causas, aunque su objetivo inicial era la protesta contra los cambios de indumentaria, pronto se manifestaron reivindicaciones de pan barato. Las clases bajas más desfavorecidas de la sociedad incrementaron su empobrecimiento  debido a una fuerte presión fiscal, mala cosechas y crisis de subsistencias. El triunfo de la sublevación de Madrid fue seguido por el estallido de más de un centenar de tumultos. Esencialmente se localizaron en la España interior o en regiones litorales tradicionalmente deficitarias en cereales, lo que abona la hipótesis de que se trataba de una crisis de subsistencia en cadena. Fué especialmente violento el motín de Zaragoza donde se le conoce como el motín del pan.
Como consecuencia de esos hechos hubo una represión del motín, enérgica y cruenta contra los amotinados, habiendo heridos, presos e incluso muertos.  Esta situación de inseguridad finalizó con la destitución de Esquilache. Ante todo se trataba de restaurar la autoridad amenazada. En este sentido la medida más importante fue el nombramiento del conde de Aranda como presidente del consejo de Castilla y capitán general de Madrid conjuntamente, para que de esta forma coordinasen la administración  interior y la fuerza militar que debía darle soporte.
Si que tuvo que ver, con las reformas económicas, orientadas a defender os intereses de los productores y no de los consumidores, como por ejemplo la liberación del precio de los cereales.